miércoles. 26.11.2025

Las concentraciones, manifiestos y actos institucionales se desarrollan por toda la geografía insular para poner el foco en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se conmemora cada 25 de noviembre. Desde 2003, 1334 mujeres han sido asesinadas en España a manos de sus parejas o exparejas; una cifra que evidencia la magnitud de esta lacra que no solo se vive en el hogar sino que se extiende a la esfera pública, a pesar de las leyes que se han ido promulgando en el país en el objetivo de lograr una sociedad más justa.

Rosalía González, trabajadora de 55 años de edad, ha querido dar su testimonio y visibilizar cómo el acoso en el trabajo puede llevar, incluso, a querer quitarse la laboral -sin respuesta hasta la fecha-, finalmente ayer, en vísperas del 25N, fue despedida.

Doblemente víctima

 

Yo estoy muerta laboralmente. A mí me han destruido como persona, como mujer”, relató entre lágrimas en una entrevista en el programa La Voz de Fuerteventura, en Radio Insular.

González ya había sido víctima de violencia de género en el ámbito familiar años atrás, un episodio en el que no quiso profundizar por respeto a sus hijos y porque la persona maltratadora ha fallecido. Fue una situación muy difícil y  nunca imaginó —asevera— que la volvería a vivir, y menos, en su puesto de trabajo. “Sé lo que es estar excluida socialmente y en el entorno familiar… pero lo que no esperaba es tener que pasar por lo que he pasado en el entorno laboral”. 

 

Un entorno masculinizado y un jefe que hacía “mítines diarios contra las mujeres”

 

Tras un primer contrato temporal que finalizó, Rosalía recibió de nuevo la llamada de la empresa para cubrir una vacante indefinida. Una incorporación acompañada de una carta que reconocía “sus valores y su buen hacer”, según explicó.

En un entorno donde era la única mujer y desempeñando una labor "poco" femenina, poco tiempo después, las cosas comenzaron a torcerse.

Según desveló, su jefe directo publicaba a menudo, en redes sociales, contenidos “muy agresivos” e insultos hacia mujeres, hacia víctimas de violencia de género, hacia personas homosexuales o trans. 

Mensajes que también divulgaba en el centro de trabajo. Fue, precisamente, después de  “uno de sus mítines diarios contra las mujeres”, cuando González trató de replicar y le confesó que era víctima de violencia de género.

Una confesión que supuso para Rosalía el punto de inflexión en su situación laboral. “Me metí en esa conversación sin saber lo que me esperaba, y a partir de ahí mi vida ha sido un infierno”, aseveró.

A partir de ese momento eran más habituales las humillaciones, con chistes misóginos, comentarios sobre el físico de mujeres, burlas hacia trabajadoras del sector y hacia personas LGTBI. “Hace chistes obscenos, hace gestos de masturbarse… y todo eso en mi presencia. Tengo 55 años, yo no tengo necesidad de vivir una hostilidad así día a día”, denunció.

La situación se agravó cuando González solicitó compatibilizar su jornada con otro empleo, algo que, asegura, sí se permitía a otros compañeros. La respuesta fue una negativa rotunda. “A mí se me prohíbe cualquier ayuda… y se me empiezan a complicar las cosas”.

Reducción de horas, retirada de funciones, salario más bajo que el de recién llegados y falta total de acceso a maquinaria o formación. “Me han relegado al papel de carga y descarga. Directamente”, lamentó. Nada de eso ocurre en el trabajo que desempeña, similar, para otra empresa. 

El acoso diario desembocó en una crisis emocional grave que le llevó, incluso, a buscar la manera más drástica para acabar con el sufrimiento. “Fue un día muy oscuro… pensé en hacer una locura, incluso en quitarme la vida”, reconoció. Acudió corriendo al centro de salud, donde fue derivada a psiquiatría con hipertensión severa.

Protocolo de acoso y despido

 

El pasado mes de marco activó el protocolo interno de acoso. Varios compañeros, incluso algunos que ya no estaban en la empresa, prestaron testimonio. Según le trasladó la parte social, los hechos estaban más que acreditados.

La parte social recomendó apartar al presunto agresor, reeducarlo y evaluar su reincorporación. La empresa se negó.

En su lugar ofrecieron formación general “en liderazgo e igualdad” a toda la plantilla y tres sesiones de psicología para Rosalía. Sesiones en las que “la psicóloga solo me insistía en que por qué no me iba de la empresa”.

En julio, González acudió a la Inspección de Trabajo. Hasta hoy, asegura, no ha recibido respuesta. Mientras tanto, la situación empeoró: “Una discriminación tras otra… he pasado de cobrar 1.300 a 1.000 euros mientras mis compañeros siguen subiendo”.

Finalmente ayer “consiguieron ponerme en la calle, sin causa justa”, lamenta.

“No se callen, pero que sepan que no todo es como lo pintan”

 

A pesar del miedo, la angustia y la pérdida del empleo, González ha decidido hacer pública su denuncia, llegar “hasta el final” y llevar el caso a los tribunales. 

En este día, 25 de Noviembre,  insta a las víctimas que estén viviendo esta situación a “que no se callen, que lo denuncien… pero también tienen que saber que no todo es como lo pintan. Yo ayer perdí mi trabajo de manera injusta. La ley dice que estamos protegidas, pero yo estoy sin trabajo”, recalcó.

Rosalía pide poner el foco en los entornos de trabajo, que se articulen medidas para evitar el acoso laboral y que los protocolos no sean un mero papel que exhibir para la buena imagen de la empresa. 

Rosalía González, víctima de violencia machista: “Estoy muerta laboralmente”
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