En el Hospital General de Fuerteventura, la risa entra con previo permiso, zapatos grandes y una nariz roja. Lo hace desde 2014 gracias a Hospitran, la asociación de payasos y payasas de hospital nacida del Festival TranTran de Gran Tarajal.
Una iniciativa que, en palabras de su presidenta Leonor Pulido, “desdramatiza el ambiente hospitalario” y se ha consolidado con el paso del tiempo gracias a la implicación desinteresada de un equipo de artistas comprometidos con la salud emocional de los pacientes que se toman muy en serio el poder transformador de la risa.
En una entrevista en La Voz de Fuerteventura, en Radio Insular, Pulido explicó que la asociación fue impulsada por Roberto Cabrera -alma del Festival de Payasos Tran Tran- y Cheche Folch —esta última, integrante de los payasos del Hospital Valencia—, con la intención de dar continuidad a las visitas puntuales que se hacían al centro hospitalario, aprovechando la celebración del festival en Fuerteventura. Pero quisieron ir más allá, explicó Pulido, y "se les ocurrió la genial idea de crear en Fuerteventura la asociación Hospitran para consolidar esa asistencia al hospital y que no fueran solo algo puntual".

Aunque hoy en día solo son “tres payasos y medio activos”, su impacto trasciende edades y diagnósticos. Si bien la prioridad es pediatría, Hospitran también actúa en medicina interna, paliativos y personas de más edad. “La acogida es genial, maravillosa y estupenda”, asegura Leonor, quien resalta la labor emocional con adultos y mayores. “Muchas veces la intervención no es desde la risa, sino desde la escucha, porque hay mucha persona que está sola en el hospital”.
La presidenta de la asociación —que compagina esta labor con su trabajo en CEAR, la Comisión de Ayuda al Refugiado— destaca la profesionalidad y el alto nivel de exigencia que conlleva ser payasa hospitalaria.
“Primero tienes que ser payaso o payasa, y después formarte específicamente para poder ir al hospital”, subrayó explicando el exigente proceso interno que experimentan quienes desean convertirse en payasos. “El payaso o la payasa llega al corazón, porque se muestran y se desnudan al mundo...insistió, haciendo hincapié en que la nariz roja es la máscara más pequeña del mundo..es como si fuera nuestro corazón".
Además de la formación artística, el hospital facilita una preparación en protocolos sanitarios e higiene. “La ropa que se usa en el hospital solo puede ser para ir al hospital. No puedo sacarla a la calle”, explica Pulido. “Los zapatones de payaso, de payasa, solo los usamos para el hospital y se higieniza también al terminar”, detalló recalcando la relevancia de respetar el marco de actuación.

Pero no basta con formación, hay que tener sensibilidad, respeto y la capacidad de entender cada situación. “El payaso o la payasa no puede ir demasiado agresivo en su vestimenta. Y agresivo me refiero, por ejemplo, con colores chillones, con un maquillaje exagerado. Porque estamos ante otro tipo de público y escenario, que es el hospital”. Según Pulido, “el payaso o la payasa de calle tiene que llamar la atención; en un hospital, lo que no puede provocar es terror, sino ternura”, subrayó.
La intervención se realiza siempre en dúo y con la premisa inquebrantable y previa del consentimiento. “Siempre pedimos permiso. Y si no nos dan permiso, no entramos”. De igual forma, respetan el trabajo médico. “Cuando el equipo entra, salimos”, recalca, haciendo también hincapié en la necesaria confidencialidad en la labor que desarrollan insistiendo en que “lo que pasa en el hospital, se queda en el hospital”.
La motivación de Pulido para convertirse en payasa surgió de forma inesperada. Un día, al salir de trabajar, leyó en un periódico el anuncio de un taller titulado La alegría de ser tonto o la alegría de ser tonta, impartido por Cheche Folch. “Me apunté. Y ahí conecté con mi payasa interior”. Desde entonces, no ha dejado de formarse ni de implicarse en la labor. “Nunca había hecho teatro antes. Pero disfruté tanto… Todos tenemos un payaso o una payasa dentro”, reivindicó.

Al recordar su primera intervención como payasa en el hospital, lo hace con emoción. “Recuerdo un momento de bastantes nervios. Nos da tanto respeto que al mismo tiempo también nos da bastante miedo. Pero cuando ves cómo te reciben las personas... es maravilloso”. En su caso, gracias a sus compañeros, la experiencia fue tan positiva que la ha seguido manteniendo durante todo este tiempo.
A lo largo de la entrevista, Pulido insiste en la fuerza de la risa como herramienta de sanación emocional. “La risa cura, eso es indudable. Tener un momento de desconexión con lo que te está pasando… alivia el alma”. Y no solo ocurre con los pacientes y sus familiares, sino que "hemos llegado a paliativos y decirnos a enfermeras: ‘Qué bien que han venido hoy, hoy los necesito yo más que los pacientes que tengo’”.
En este sentido destacó que la interacción con el personal sanitario también ha sido fundamental. “Nos hacen sentir como si fuéramos parte del equipo. Que es lo que debería pasar en todos los hospitales del mundo”, apunta Leonor, quien fue más allá para reivindicar que "el payaso o la payasa hospital debería estar en un hospital pagado por sanidad. Porque la risa tiene un poder transformador”.

Aunque todavía no se extienden a otros hospitales de Canarias, Hospitran está abierta a colaborar si otras islas lo requieren. “Si algún hospital nos quiere invitar, no vamos a decir que no. Si podemos, vamos”.
La asociación sufrió un importante golpe durante la pandemia, que paralizó muchas de sus actividades. “El COVID hizo estragos en todos lados, incluida nuestra asociación”, recuerda Pulido. Sin embargo, el grupo ha vuelto a coger impulso y actualmente se están formando nuevas personas. “Entre todas las que estamos, que somos cinco, estamos haciendo tanto el trabajo artístico como el de gestión para poder seguir yendo al hospital”.
A quienes aún dudan del valor de este tipo de iniciativas, Leonor lanza una invitación clara. “Pueden visitar nuestras redes sociales y ver las anécdotas y fotos. Pero ya no solo por nosotras. Hay estudios que demuestran los beneficios de la risa en la salud”, concluyó invitando a explorar esta herramienta natural de gran poder transformador