La Asociación Majorera de Diabéticos (AMADI) cerrará sus puertas el próximo 31 de diciembre, poniendo fin a 16 años de labor sociosanitaria en Fuerteventura. La decisión, “definitiva”, llega después de dos años de asfixia económica que ha llevado a la Junta Directiva a una conclusión tajante. “Se toma la decisión de salir con la cara en alto, saber que hemos luchado, que hemos dado todo y cerrar actividades porque ya no se puede”, explica Isabela Calero, coordinadora de proyectos. Durante la entrevista con Pía Peñagarikano en La Voz de Fuerteventura, las responsables de la asociación relataron con emoción contenida un proceso marcado por la falta de apoyo institucional.
“Para llegar a un momento de que la asociación tenga que asumir deudas, se prefiere terminar”, añade Calero. En este sentido, la presidenta, Josefa Bosch, fue clara ante la idea de endeudarse para salvar la entidad y afirmó que “no es asumible en ningún concepto”.
Durante 16 años, AMADI no solo ha prestado servicios para personas con diabetes sino también a familias con problemas sociales, emocionales y psicológicos.
Diabetes, una enfermedad silenciosa que no se valora
La asociación impartía talleres de estimulación cognitiva desde 2018, además de actividad física, mindfulness o apoyo emocional. “Es que me dan la vida, esto es lo que me hace levantarme cada mañana con ganas”, cuentan que les dicen las personas usuarias ante el anuncio del cierre.
El cierre deja en el aire la atención de 278 socios y 512 usuarios actuales. “Tenemos grupos hasta de 47 personas solo en Puerto del Rosario”, detalló la trabajadora social, Agar Barrera, destacando que AMADI absorbió a personas derivadas de otras asociaciones que también han cesado su actividad.
El daño no es solo estructural, sino humano. La asociación atiende desde personas mayores con deterioro cognitivo hasta familias recién diagnosticadas o en crisis emocional. “Hemos tenido situaciones muy duras… gente que llega derrumbada”, recuerda Barrera.
Mención especial merecen los jóvenes del programa Conecta Joven, donde la integración entre niños con y sin diabetes ha sido un pilar. “Nuestros niños ya están haciendo planes para 2026 y el viernes que tenemos una convivencia con ellos es cuando se les va a decir que se acaba”, lamenta Calero. “Es el daño colateral de toda esta población”.
Bosch añade la mirada más cruda: “La diabetes no se valora… cuando da los síntomas ya viene una amputación, una ceguera, una diálisis”.
Cierre, devolución de la ayuda y pago de intereses
La preocupación económica, según explican, no es reciente. “Desde hace dos años estamos diciendo “no llegamos””, afirma Calero. La subvención nominativa del Cabildo, denunciaron, fue extendida a 17 meses sin aumentar la cuantía, dejándola en apenas 3.300 euros mensuales, frente a unos gastos que superan los 10.000 euros al mes. “No hubo una ampliación”.
La imposibilidad de acreditarse para el concierto social terminó de cerrar las puertas. “Nos han dicho que nuestras competencias no se corresponden… que tenemos que ir a salud. Nosotros somos sociosanitarias”, denunció Barrera. “
A pesar de haber tomado la decisión de cerrar, las cuentas pueden no cuadrar, lamenta. Y es que, deberán devolver la ayuda otorgada correspondiente a los meses que no se prestarán los servicios, una vez hecho efectivo el cierre, y además, lamentan, “probablemente haya que entregar unos intereses por pago anticipado”, según les comunicó el Cabildo.
Un mensaje final a las instituciones
Antes de concluir la entrevista, las responsables confesaron su pequeña esperanza en que se llegue a una solución antes de echar el cierre definitivo. La esperanza nunca se pierde aunque son muy conscientes de la realidad y ya se están despidiendo de los usuarios.
Josefa Bosch pide que las autoridades “tengan más en cuenta a la población de Fuerteventura. Que se prioricen sus necesidades”; Agar Barrera recuerda que “la salud entra a formar parte del bienestar social” e Isabela Calero pide perdón a los socios “pero no podemos más”.
El cierre de AMADI se produce en una isla con más de 8.000 personas diagnosticadas de diabetes, una cifra que, recuerdan, podría duplicarse entre los no diagnosticados.
Además, advierten de las dificultades económicas y de relevo generacional que constatan las asociaciones de la Isla y lamentan, "nosotros sabemos que somos las primeras en echar el cierre, pero no vamos a ser las últimas".
