domingo. 17.08.2025
Operación ODÍN contra la corrupción en Fuerteventura

Lilian Concepción: "Tuve muy claro que iba a denunciar, era lo justo y una responsabilidad ineludible"

La irrupción reciente de agentes de la UDEF en las dependencias del Ayuntamiento de Puerto del Rosario y la detención de la concejala de Fuerteventura Avanza Peña Armas, el arquitecto técnico municipal, José Luis Espinel, y el empresario Cipriano Armas, mientras se realizaban las pesquisas, ha generado gran expectación en una población que abraza de forma frecuente la rumorología y que vive pendiente de los aconteceres políticos. A la denuncia interpuesta por un particular le siguió la interpuesta por PODEMOS. La formación morada, integrante del gobierno local en ese momento, presentó su denuncia en el último día de la campaña electoral de 2023. Son la base de la investigación puesta en marcha, en el denominado caso ODÍN, que se está desarrollando a la espera de que den inicio las citaciones judiciales. La exportavoz de PODEMOS en el Ayuntamiento y ex lideresa de la formación en Fuerteventura,  Lilian Concepción (Las Palmas de Gran Canaria, 6 de diciembre de 1987), recuerda en una entrevista la labor discreta realizada para recabar pruebas mientras ejercía como edil de Igualdad y su firme compromiso para denunciar las presuntas irregularidades que se pudieran estar cometiendo en el Ayuntamiento. 

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Lilian Concepción


L.V.F: Lleva dos años alejada de la política, ¿Cómo está viviendo estos momentos? 

L.C.A:  Estos dos años los he vivido con mucha calma. Recuperar el anonimato ha sido un regalo. Nunca me sentí cómoda con la exposición pública; entendía que era parte del cargo, pero no la buscaba ni la disfrutaba. Por eso, poco después de dejar la política institucional, dejé las redes  sociales. Sigo sin estar y no tengo intención de volver. Tomar distancia me devolvió mi ritmo y me alejó de un espacio que, para mí, se había vuelto profundamente tóxico. Durante todo este proceso me he sentido muy acompañada. Por Eduardo Tarquis, mi compañero concejal, que para mí ha sido un pilar y ha demostrado que las palabras “político” y “honrado” pueden ir en la misma frase. Por mis "compas" del círculo de Puerto del Rosario, que, aunque no se les vean las caras, me han apoyado en lo político y en lo humano. Por los dos juristas que me ayudaron a redactar la denuncia, cuyo apoyo ha sido fundamental en este camino. Por mis amistades, que me han cuidado con mucho cariño. Y, por supuesto, por mi familia, que es mi refugio y mi sostén, y que me ha ayudado a transitar todo esto con paciencia y fuerza.

L.V.F: ¿Un espacio profundamente tóxico? Entiendo que vivió situaciones difíciles

L.C.A: Sí, desde luego. Recuerdo uno de los momentos más duros cuando dos medios publicaron información falsa sobre mí y mi familia en plena campaña. Al ejercer mi derecho a rectificación, facilité mis datos personales a esos medios a efectos de notificación, y uno de ellos los publicó todos, incluyendo la dirección exacta de mi casa, en la que vivo con mi marido y nuestro hijo pequeño. Siempre he sido extremadamente cuidadosa de no exponer a mi familia, ni siquiera en redes, así que aquello fue un golpe especialmente duro para mí. 

L.V.F: ¿Les sorprendió la irrupción de los agentes de la UDEF en el Ayuntamiento? ¿Qué sintió?

L.C.A: Sí, nos sorprendió mucho. Al no tener redes sociales, me enteré por una llamada telefónica, y eso hizo que el impacto fuera mayor. Aunque sabíamos que había una investigación en marcha, para nosotras fue muy impactante saber que la policía irrumpió en las dependencias municipales y que la denuncia estaba teniendo consecuencias reales. Cuando la investigación avanzó y se hizo pública, tuve sentimientos encontrados. Por un lado, tristeza, porque detrás de los hechos hay personas y familias. Por otro, la tranquilidad de saber que todo el trabajo realizado —tantas horas revisando, dudando, contrastando certezas que a veces me costaba creer— no fue en vano. Fue una reafirmación tranquila de que hicimos lo que había que hacer. Y recibí cariño y agradecimiento de mucha gente, incluso de personas que no pertenecen a mi círculo cercano, que contactaron conmigo de forma honesta y discreta. Eso lo valoro muchísimo y me dio mucho ánimo.


L.V.F: Hay nueve investigados en el marco de la operación ODIN, y se centran las pesquisas en una treintena de contratos que suman un millón aproximado de euros. Información que ustedes fueron recabando día a día en el Ayuntamiento para completar la denuncia que presentó PODEMOS Canarias. ¿En qué momento advirtió que las cosas no se estaban haciendo correctamente en la administración local?

L.C.A: En marzo me llegaron algunos comentarios que me hicieron saltar todas las alarmas. No he vivido en Fuerteventura toda mi vida y por ello desconozco los lazos familiares que unen aquí a las personas. Empecé a tirar del hilo con la poca información que me llegó y descubrí un patrón que consideramos importante revisar con más profundidad y que tenía un alcance mucho mayor del que había pensado. Actuamos con la prudencia y responsabilidad que requiere cualquier sospecha relacionada con la gestión de lo público. El proceso fue largo y no siempre fácil, con muchos días y noches recabando información y uniendo piezas.

L.V.F: ¿Tuvo claro desde el principio que iba a denunciar esta situación?

L.C.A: Desde el momento en que tuve indicios claros de presuntas irregularidades, tuve muy claro que iba a denunciar, porque era lo justo y una responsabilidad ineludible. Sabía que no sería un camino fácil y que me enfrentaría a críticas y ataques, pero conté con el apoyo fundamental de dos juristas brillantes, comprometidos y profesionales, que me ayudaron a afrontar el proceso con seguridad. Su experiencia y dedicación fueron clave para redactar la denuncia y profundizar la investigación. Tras presentar la denuncia, nuestro mayor deseo era que la Fiscalía investigara a fondo todo lo que habíamos descubierto. 

L.V.F: ¿En el Ayuntamiento, le ayudaron a recabar la información o le pusieron pegas?

L.C.A: Antes de solicitar datos al Ayuntamiento, decidí comenzar investigando por mi cuenta, utilizando la información pública disponible en la Plataforma de Contratación del Estado. Quería tirar del hilo con discreción para no levantar sospechas aunque pronto me di cuenta de que esa vía era insuficiente: los expedientes estaban incompletos y algunos contratos podían no estar publicados. Desde dentro del Ayuntamiento, acceder a la documentación fue mucho más sencillo. No encontré ningún obstáculo; al contrario, varias personas me ayudaron a recopilar lo necesario con total discreción. Quiero reconocer y valorar profundamente la dedicación y profesionalidad del personal municipal que colaboró en este proceso. Su compromiso fue fundamental para avanzar en una investigación minuciosa, delicada y compleja, demostrando un gran sentido de la responsabilidad y la ética en circunstancias difíciles.

L.V.F: Armado el expediente, Podemos trasladó la denuncia a Fiscalía el último día de la campaña electoral de 2023, levantando numerosas críticas por parte, sobre todo, de la formación Fuerteventura Avanza. ¿No pudo haberse presentado antes? 

L.C.A: Nosotras actuamos con responsabilidad. Cuando la denuncia estuvo lista, la hicimos pública. No fue cálculo político, sabíamos que, dijéramos lo que dijéramos y cuando lo dijéramos, nos iban a criticar igual. Pero era una información grave y debía conocerse antes de que la gente votara. Sé que para ustedes tampoco fue fácil publicar esa noticia. Gracias de corazón por hacerlo con valentía y compromiso. Preparar todo esto no fue fácil: responsabilidades laborales, coordinar un partido a nivel insular, plena campaña electoral, un hijo pequeño y cero red familiar en la isla que nos pudiera ayudar con los cuidados. Meses durísimos, trabajando de día y de noche sin apenas descanso. No fue estrategia: fueron los tiempos reales. Lo hicimos con la conciencia tranquila cuando tuvimos todo lo necesario para hacerlo bien. Las críticas de Fuerteventura Avanza las conozco bien. Responden a un patrón habitual: cuando les plantas cara, en lugar de debatir, recurren a ataques personales, burlas infantiles y una agresividad impropia de quienes aspiran a gobernar. Peña Armas llegó a decir que le “teníamos miedito” y que buscábamos “tumbar a la candidata más potente”. Frases más propias del patio de un colegio que de alguien con responsabilidad pública. Seguramente, tras estas declaraciones, intentarán volver a desviar el foco con ataques personales o acusaciones absurdas. Como cuando atacaron a Radio Insular por liderar la cobertura del Caso Odín, intentando deslegitimarlo para no rendir cuentas ni responder al fondo de las cuestiones. Cuando están contra las cuerdas, utilizan la misma estrategia siempre: esconderse tras ataques y distracciones para evitar dar la cara asumiendo responsabilidades. A menudo intentan dar la impresión de que se está dando la cara grabando vídeos o acudiendo a medios. Pero dar la cara no es asomarse a una cámara: es asumir responsabilidades. Y eso, precisamente, es lo que tratan de esquivar una y otra vez. Su arrogancia, soberbia, altanería y prepotencia son la marca de la casa.

L.V. F: ¿Cree que este hecho pudo perjudicar a la formación morada que perdió los dos ediles que tenía en el Ayuntamiento de Puerto del Rosario en la anterior legislatura?

L.C.A: ¿Nos restó votos la denuncia? Difícil saberlo. Creo que no. Quien vota a Podemos sabe que la lucha contra la corrupción es parte de nuestra identidad. Creo que la pérdida de representación se debió más a decisiones duras e impopulares, durante la legislatura. Algunas, un suicidio político: como cerrar parques infantiles para proteger a la infancia. Y antes de que salten otra vez las voces expertamente inexpertas: no, no había forma legal de acelerar el proceso de renovación o de abrirlos sin poner en riesgo a quienes los usan. Si hubiera existido la manera, lo habría hecho, así de simple. También nos dañó la desobediencia de concejales que pasaron por encima de las decisiones de sus asambleas locales, erosionando la confianza de mucha gente.

L.V.F: ¿Y el papel que jugó el consejero Andrés Briansó?

Fue una traición. El consejero en el Cabildo votó a favor del proyecto Dreamland en contra de la voluntad de la asamblea insular, la militancia y nuestros votantes, fue un golpe muy duro justo antes de las elecciones. Fue triste ver que quienes decían representar a la militancia se desconectaran de ella; y que, cuando les paramos los pies por intentar apropiarse de nuestro proyecto colectivo, no supieran marcharse con dignidad y optaran por reventarlo desde dentro. Todo por la ambición desmedida y un ego que no les cabía en el cuerpo. A eso se sumó la hostilidad de ciertos medios, molestos porque no contratamos publicidad institucional —normalmente se usa como autobombo pagado con dinero público—. En plena campaña, publicaron falsedades: que metí a familiares en las listas, que reordené candidaturas “a mi antojo”… Todo fácil de desmentir y sencillo de comprobar consultando actas y boletines oficiales, pero prefirieron no hacerlo. Mientras tanto, explotaron el cierre de parques para desgastarme en redes. El periodismo ético y riguroso no está al alcance de todo el mundo. Hubo, además, un momento muy delicado en que se nos acusó de doble rasero o de aferrarnos al cargo. En ese caso, había aspectos que no podíamos —ni podemos—  hacer públicos. Eso limitó nuestra capacidad de explicar con claridad nuestra postura al respecto. Sabíamos que podía parecer incoherente o decepcionante para muchas personas, pero, por todo lo que sabíamos, tomamos la decisión más justa y responsable, asumiendo el coste político que implicaba. Y bueno, tampoco faltó esa pequeña horda de haters profesionales: personas que durante años me dedicaron más tiempo del que se dedican a sí mismas, que me insultaban en tertulias y redes, y que encontraron su pasatiempo favorito en intentar machacarme públicamente.

L.V. F: ¿Haters con ambiciones políticas?

L.C.A: Sí, curiosamente, varias de esas mismas voces tocaron a la puerta en período electoral para pedir un huequito en nuestras listas. No lo encontraron, claro. ¿Qué cosas? Siempre pensé que su ambición era acabar en algún partido, pero jamás imaginé que tendrían la cara tan dura de proponérnoslo a nosotras.

L.V.F: ¿Con respecto a la operación ODÍN, qué cree que ocurrirá? ¿Hay pruebas suficientes para condenarlos?

L C.A: No me corresponde adelantar juicios ni prejuzgar y creo que es fundamental respetar la presunción de inocencia y evitar los juicios paralelos que pueden dañar a las personas implicadas. Dicho esto, puedo asegurar que la denuncia que presentamos se basa en una recopilación rigurosa de hechos e indicios que merecen una investigación profunda. Confío en que, si existen pruebas sólidas de que se haya cometido algún delito, la justicia actuará en consecuencia.

L.V.F: La denuncia también alcanza al edil de Antigua, Jonathan Peña, y al ex edil Juan Galván. ¿Cree que afectará al gobierno de ese municipio?

L.C.A: Es evidente que un asunto así puede ser utilizado por la oposición para tratar de desgastar al gobierno municipal, como ocurre en tantos otros contextos políticos. No voy a especular sobre el impacto que pueda tener, pero lo que sí tengo claro es que todas las personas implicadas tienen derecho a defenderse y a que se respeten sus garantías. Lo importante es que se esclarezcan los hechos con rigor y sin interferencias externas.

L.V.F: ¿Cómo se siente?

L.C.A:  Me siento en paz. Desde que dejé de ser un cargo público he ganado calidad de vida. Ahora tengo más tiempo para disfrutar de mi familia, de mis amistades y también de mí misma. He podido retomar cosas que me gustan, como leer por placer , algo que durante años casi no hacía porque siempre estaba enfrascada en lecturas relacionadas con el trabajo. Al dejar también mi cargo orgánico en el partido, he podido dedicarme con más energía al activismo, que sigue siendo una parte muy importante de mi vida. Cuando vi que el caso que habíamos denunciado salía a la luz, tuve sentimientos encontrados. Sentí alivio al ver que no había caído en saco roto, pero también tristeza, porque detrás de todo esto hay personas, hay familias, y no es fácil para nadie. Durante todo este tiempo he sentido mucho respaldo, sobre todo de la gente que me quiere y me conoce bien. Y eso también me ha ayudado a transitar este proceso con más serenidad.

L.V.F: ¿Cuál es su situación actual?

L.C.A: Ahora mismo estoy en una etapa mucho más tranquila, centrada en mí, en las personas que quiero, en el activismo y en cuidar los espacios que de verdad me nutren. Es una etapa que estoy disfrutando mucho. La política institucional me permitió transformar algunas cosas desde dentro, y esa capacidad de mejorar la vida de las personas me gustaba. Pero muchas veces me sentí fuera de lugar. Quisimos cambiar cosas básicas, de sentido común, pero era muy difícil encontrar apoyos, incluso dentro del propio equipo de gobierno. Por ejemplo, descongestionar el procedimiento para proteger el patrimonio histórico de Puerto nos llevó cuatro años. Personas y partidos que hoy se llenan la boca defendiendo el patrimonio fueron las mismas que entonces no nos dieron su apoyo y bloqueaban el avance del procedimiento. Y como eso, muchas cosas más. El sistema está lleno de obstáculos, resistencias internas, incoherencias y luchas de poder absurdas. Intentar hacer las cosas bien, con honestidad, desgasta muchísimo. Y llega un punto en que te preguntas si de verdad merece la pena. Porque lo das todo trabajando por el bien común, pero ves que mucha gente no quiere eso, que prefieren clientelismo puro y duro: enchufes, favores, privilegios, y que se haga lo que les conviene. A la vista está que tejer una buena red clientelar da muchos votos.

L.V.F: ¿En qué ámbito centró su quehacer institucional?

L.C.A: Siempre he sentido un profundo respeto por el dinero público, así que me centré mucho en fiscalizar los servicios y puse sobre la mesa presuntos incumplimientos de contrato. Esperaba que quienes tenían competencias para ello sancionaran a la empresa y, en caso necesario, se rescindiera el contrato. Sin embargo, nada de eso llegó a concretarse. ¿Por qué? A día de hoy sigo preguntándome qué intereses particulares pueden impedir una respuesta firme y efectiva. Da la sensación de que hay ciertos compromisos que dificultan que se ejerza la presión necesaria sobre las empresas. Recuerdo una ocasión concreta en la que, convoqué una reunión para exigir a una empresa que cumpliera con sus obligaciones, apareció de sorpresa un miembro del equipo de gobierno que no tenía competencias relacionadas con el objeto de la reunión, vamos, que no pintaba nada allí y yo no lo había convocado. Para mí fue una sorpresa, pero su presencia ya estaba acordada entre él y la empresa. Sus intervenciones buscaban claramente desestabilizarme, tratar de invalidar y deslegitimar los argumentos que puse sobre la mesa para que el Ayuntamiento diera una respuesta firme respecto a la empresa adjudicataria. Resulta muy difícil trabajar para proteger los recursos públicos cuando desde dentro lo único que hacen es obstaculizarte el camino, en una clara política de amiguetes que desdibuja la línea entre lo público y lo privado. A ojos de la opinión pública, la responsabilidad recaía sobre mí, y mientras yo me llevaba todo el desgaste, otras personas con competencias para resolver estos problemas, evitaban enfrentarse a la empresa. Hubo quienes les venía muy bien políticamente que yo quedara mal a ojos de la ciudadanía.

L.V.F: ¿Tiene pensado volver a la política?

L.C.A: Pues no entra en mis planes. No me apetece lo más mínimo. Fue una etapa importante en mi vida en la que hice todo lo que pude, lo mejor que supe, con los recursos que tenía —que, gracias a la Concejalía de Personal, eran muy escasos—. Ahora me siento muy a gustito con otras formas de hacer política, que no pasan por ocupar un cargo público. Yo no he dejado de hacer política. Hacer activismo también es hacer política. Y siento que desde los movimientos sociales se transforma mucho más que desde las instituciones, porque todo cambio real a nivel institucional viene precedido por un movimiento social que ha luchado para que ese cambio exista. Estamos orgullosas de todo lo que conseguimos hacer durante nuestra  etapa. De hecho, el nuevo equipo de gobierno ha presentado muchas de las acciones de esta legislatura como si fueran obra suya, obviando que era trabajo que les habíamos dejado preparado. Tengo que reconocer que la única persona que ha reconocido abiertamente que continuaba nuestro 
trabajo y que no ha intentado apropiarse de él ha sido la concejala Toñi Fernández, quien siempre nos ha mencionado cuando ha tenido ocasión.

L.V.F.- ¿Cuál es su valoración sobre la política actual?

L.C.A.- Vivimos un momento político en el que el odio se pasea con traje y corbata, y demasiada gente le abre la puerta. La extrema derecha ha conseguido poner sobre la mesa y normalizar discursos racistas, xenófobos, machistas y LGTBIQA+fóbicos que creíamos desterrados. Lo más grave es que partidos que se dicen democráticos les hacen el juego. El caso de Jumilla es un aviso a navegantes: Vox presenta una moción para impedir que la comunidad musulmana celebre sus rituales en espacios públicos, y el PP, en lugar de defender las libertades, se suma al plan, maquillando lo justo para poder votarlo sin que les llamen por lo que son: fascistas. Si esto ocurre en un municipio de poco más de 25.000 habitantes, me pregunto qué libertades nos recortarán si llegan a gobernar a nivel estatal. Por otro lado, siento que la política institucional está podrida. Ya casi nadie actúa por convicción o principios, sino por cálculos partidistas. Todo se mide en función de si resta o suma votos. La corrupción, que sigue enquistada en muchas esferas, mina la confianza  y desmotiva a la sociedad. Hemos visto cómo se han creado brigadas políticas para perseguir a partidos como Podemos desde las cloacas del Estado. Esto ha debilitado a fuerzas que, con todas sus limitaciones, intentaban trabajar por el bien común. Y, sin embargo, también es cierto que, al institucionalizarse, muchas han perdido conexión con la gente a la que decían representar. Es como si el paso por las instituciones las mimetizara con la forma de actuar y comunicarse de la vieja política. A nivel local y regional, persiste un modelo clientelar que busca más la foto y la obra rápida que la solución real a los problemas estructurales. Se prioriza el asfalto o la inauguración de infraestructuras frente a políticas profundas y transformadoras. Las raíces de los problemas no se tocan, porque eso exige tiempo, compromiso y valentía, y parece que hoy en día la política institucional va más de marketing que de cambio real. 

L.V.F:¿A nivel nacional?

L.C.A: Es escandaloso ver cómo el Gobierno de España no toma las medidas que le corresponden. Ni siquiera ha sido capaz de romper las relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, y sigue vendiéndole armas mientras se comete un genocidio contra el pueblo palestino. Solo algunas fuerzas políticas, como Podemos, han exigido con claridad y desde el primer momento el fin de estas relaciones y el cese de cualquier colaboración con un Estado que vulnera sistemáticamente los derechos humanos. Otros gobiernos, por su parte, callan, justifican o incluso apoyan estas atrocidades, dejando en evidencia que quienes deberían defender los derechos humanos los han convertido en una miserable moneda de cambio al servicio de sus intereses políticos. Promesas rotas, manos llenas, conciencias sucias y fascismo normalizado. Esta es la realidad que enfrentamos, y también es nuestra responsabilidad decidir qué hacemos con ella. Por mi parte, lo tengo muy claro... Nos vemos en las calles.

Lilian Concepción: "Tuve muy claro que iba a denunciar, era lo justo y una...
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