El año 2016 marcó un punto de inflexión en la sanidad majorera. La ciudadanía salió de forma masiva a la calle para reclamar una sanidad pública digna en Fuerteventura y exigir un búnker oncológico.
En ese año, Samuel Hernández era un joven médico que acababa de finalizar la especialidad de oncología en el Hospital Doctor Negrín donde confiaba en seguir su trayectoria profesional.
Sin embargo, en una decisión que no tomó de manera voluntaria, poco tiempo después se puso al frente del Servicio de Oncología del Hospital General de Fuerteventura.
En una entrevista en el programa La Voz de Fuerteventura, en Radio Insular, explicó que llegó a la isla “con la idea de ayudar puntualmente, pero me encontré una situación que me dio bastante pena. Alguien tenía que hacerlo, y me tocó a mí”.
Cuando llegó al centro hospitalario, el panorama era desolador. “Fue un año realmente duro, viví de lunes a domingo en el hospital, mañanas y tardes”, relata. Poco a poco, comenzaron a abrirse circuitos, a diseñarse nuevos protocolos y a levantar un hospital de día que permitiera a los pacientes recibir tratamiento sin abandonar la isla.
Casi diez años después, aquel servicio se ha convertido en toda una referencia en el archipiélago y para el propio médico es como si fuera su “tercer hijo”.
Desde hace recientes fechas, son cinco los oncólogos que conforman un equipo estable, coordinado y comprometido, respaldado por un personal de enfermería al que el doctor no duda en calificar de “maravilloso, con una implicación brutal” que se ha ido adaptando a los cambios y mejoras.
El búnker de oncología, tan demandado por la ciudadanía, ha cambiado la vida, reconoce. No solo se ha traído una máquina, se ha traído un servicio completo de oncología radioterápica. “Antes no podíamos dar ciertos tratamientos urgentes, ahora sí, y eso puede salvar vidas”, subrayó.
El trabajo de casi una década ha supuesto un cambio radical, y es que el Hospital General de Fuerteventura hoy ofrece terapias de última generación, incluso algunas pioneras a nivel nacional. “Hemos llegado a poner algún tratamiento que solo se ha puesto en Fuerteventura y no en el resto del territorio nacional”, asegura el oncólogo.
“Hemos tenido incluso que recibir formación extra por parte del laboratorio que suministra el fármaco para poder enfrentarnos adecuadamente a los posibles efectos adversos”, explica.
Humanizar la medicina
A pesar del conocimiento y la apuesta continua por la innovación dirigida a la mejora, lo que caracteriza a Samuel Hernández es su humanidad. En el programa varias personas participaron dando testimonios de agradecimiento al joven y poniendo de relieve que el oncólogo ejerce la medicina “con conocimiento y corazón”.
Por su parte, Samuel reconoce el afecto mutuo y es que con los pacientes, “los médicos compartimos nuestro dolor y también nuestra alegría. Hay veces que intento dejar esta profesión, porque es dura, pero luego pienso en ellos y sigo adelante”.
Cuestionado sobre la “deshumanización” en la sanidad, su mensaje no deja lugar a dudas. Reconoce que le resulta paradójico que haya que crear comités de humanización en los hospitales porque “porque la medicina no se entiende sin humanizar. Somos personas antes que médicos”.
La empatía y la escucha forman parte de su práctica diaria, tanto como la investigación o la innovación. “Ser mejor persona te hace ser mejor médico”, afirma con convicción.
Para Hernández, el paciente no es solo un diagnóstico y el cáncer no se trata únicamente con medicamentos. También, insiste, son importantes la nutrición, el apoyo emocional y el ejercicio físico.
Por eso, junto a Jesús Medina, presidente de la asociación Fuerte Yoga, impulsa el programa Yoga Inmune, que busca mejorar el bienestar y la calidad de vida de los pacientes oncológicos a través del ejercicio físico y el mindfulness. “La prescripción del ejercicio físico es fundamental. Estamos trabajando en un programa para poder ofrecerlo de manera personalizada”, avanza.
Una red de colaboración
Los avances pero también la importancia de continuar reivindicando actuaciones que ayuden a mejorar la sanidad pública. En esta línea, Hernández se muestra crítico y pide mayor colaboración entre los centros hospitalarios de Canarias. “El paciente no es ni de Samuel, ni del Hospital de Fuerteventura; el paciente es del Servicio Canario de Salud”, recalca.
A su juicio es importante entender que existe una red que es el Servicio Canario de Salud, “no puede ser solo un logo, tiene que ser un trabajo compartido y colaborativo”, defiende.
Un trabajo como el que realiza con el equipo que lo acompaña cada día a quienes agradece su implicación. “Tengo unos compañeros formidables, médicos y enfermeras. Me han tentado muchas veces de otros sitios, pero estoy aquí por ellos, por mi familia y por el proyecto de vida que hemos construido en Fuerteventura”, concluye.
