Simplemente, gracias.
Gracias por tanto afecto y cariño recibido en estos días. No es fácil encontrar las palabras para expresar todo lo que siento: me habéis llenado el alma y recordado el sentido profundo de esta profesión, de cada esfuerzo y de cada momento de dedicación.
Gracias por permitirme acompañaros en este viaje de la enfermedad, con sus luces y sombras, y por haceros un hueco en mi corazón.
Y gracias también porque, entre todos —pacientes, familias y el equipo de Oncología— seguimos construyendo juntos el servicio que merece nuestra isla.
Me siento profundamente afortunado por todo lo que me ha dado esta isla y su gente.
Agradezco también a mi familia, por su apoyo incondicional, y a todo el equipo de Oncología, por su entrega diaria y su humanidad, que hacen posible este camino compartido.
Seguiré poniendo todo mi empeño y mi vocación en cuidar y acompañar con conocimiento y corazón.
