martes. 24.06.2025

Rocío Menarguez es madre monoparental y víctima de violencia de género. Ella y su hijo de diez años, Alejandro, vivieron un infierno por las agresiones de su expareja cuando convivían en Gran Canaria y, en la actualidad, se encuentra inmersa en un procedimiento judicial “por el delito más gordo, el más grave, que se comete en Las Palmas”.

Activado el DEMA, el dispositivo de Emergencia para Mujeres Agredidas, Rocío y Alejandro fueron derivados a un piso tutelado. Pero apenas permanecieron allí una semana.

Tras mantener una fuerte discusión, con otra víctima de violencia de género “que había tenido varias agresiones”, ambas fueron expulsadas del piso, según explicó en declaraciones a este medio, insistiendo en que “la otra fue la culpable, y, además, no tenía hijos”.

Al quedarse en la calle, sin alternativa habitacional y apenas recursos, fueron a vivir a casa de la abuela. Un piso de apenas 40 metros cuadrados.

Al cabo de varios meses, Rocío llegó a un acuerdo con su actual arrendadora para alquilar una habitación en la calle Hernán Cortés, por doscientos euros al mes. Sin contrato firmado de por medio, “únicamente contrato verbal”, acordaron, según sus palabras, que Rocío emplearía ese importe de dinero para comprar comida.

Rocío
Rocío Menarguez

Al poco tiempo de iniciarse la convivencia, Rocío fue asumiendo el peso de la casa, comprando la comida y cocinando a diario para todos, según recalcó insistiendo en que "yo lo hacía todo". Hasta que el viernes pasado, las cosas cambiaron.

"Mi hijo está vivo de milagro, el perro atacó en la yugular"

 

 “Sobre las tres de la tarde (la arrendadora) se despertó y comenzó a gritar porque no tenía preparada la comida ni había comida en casa”, lamentó la madre de Alejandro. Convencida de que varios días de ausencia de su arrendadora, desorden de horarios y un comportamiento agresivo podrían estar relacionados con el consumo de alguna sustancia tóxica, Rocío trató de evitar altercados y, junto con Alejandro, se fue a comprar comida.

A la vuelta, las agresiones verbales no solo no cesaron sino que la discusión subió de tono hasta que “me agredió con el móvil y me dio un golpe en toda la cara. Al verlo, Alejandro le gritó que no me pegara y ella lo empujó. El pobre se dio en la cabecita con una esquina. Y el perro, un pitbull, se le echó a la yugular”, lamentó sin poder esconder las lágrimas al narrar los hechos ocurridos.

Vivieron momentos muy tensos intentando abrir la boca del perro para liberar al pequeño Alejandro. La sangre corría por su cuello y Rocío, muy asustada, salió del domicilio pidiendo ayuda a gritos. LLevó a su hijo al Centro de Salud Puerto del Rosario II, donde, tras estabilizar tanto al niño como a su madre -presa de un ataque de ansiedad- derivaron al pequeño al Hospital General de Fuerteventura donde procedieron a darle los puntos necesarios y suturar las heridas provocadas por el animal.

“Mi hijo está vivo de milagro porque el perro atacó en la yugular, iba a matar”, recalcó, defendiendo que el animal es normalmente tranquilo “pero se puso así por el estado en el que estaba la dueña”, recalcó apuntando a que “ahora me he enterado de que el pitbull ya había matado a dos perros”.

Rocío muestra las imágenes de su hijo tras el ataque
Rocío muestra las imágenes de su hijo tras el ataque

Impactada por el suceso, Rocío acudió a continuación a interponer una denuncia penal a las dependencias de la Policía Nacional donde le informaron de que la titular del pitbull y arrendadora, le había puesto previamente una denuncia a ella “mientras estaban cosiendo a mi hijo”, relató visiblemente afectada.

Con un hijo a su cargo, pide ayuda y un lugar donde vivir

 

Pero los hechos son los hechos, da igual quién denuncie primero, destacó, segura de que la justicia les dará la razón.

De momento, madre e hijo guardan los pocos enseres que poseen en la habitación de la vivienda y esta noche han dormido en un hotel. “Hemos pagado 70 euros”, lamentó, pero al menos, han estado tranquilos.

Rocío se muestra inquieta y nerviosa aunque trata de dar seguridad a Alejandro que escucha el testimonio, sentado a su lado tranquilo, mientras dibuja corazones y escribe palabras de apoyo a su madre.

Ella saca carpetas y papeles donde guarda toda la documentación; también el diagnóstico de su médico de cabecera sobre su estado de salud donde se reconoce fibromialgia, artrosis reumatoide y lumbociatalgia crónica. Con este cuadro médico y un elevado consumo de analgésicos para atenuar el dolor, asegura tener la incapacidad reconocida, “¿pero por qué no me la pagan”, se lamenta.

Tampoco percibe, denuncia, otras prestaciones. “Me han denegado cinco veces la renta canaria, que la tengo solicitada desde hace ocho meses y tienen de plazo tres meses para resolver”. Ni siquiera, prosigue, percibió durante 2024 “lo que me corresponde por menor a mi cargo”. Agotado el subsidio de desempleo, ahora solo cobra del SEPE, según explica.

Las ayudas no llegan y la situación, tras el ataque del pitbull, es insostenible.

Por eso, pide ayuda “y un techo, aunque sea solo una habitación para mi y para mi hijo. No necesitamos más”, insiste mientras reclama “apoyo a las madres españolas, víctimas de violencia de género”.

Un pitbull se lanza al cuello de un niño de diez años en la vivienda donde alquila una...
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