viernes. 19.04.2024

Una sanitaria denuncia en Change.org la dramática espera de pacientes majoreros por una cama en el Insular

Por una sanidad pública para los majoreros, es el nombre de la petición que lanzó hace cuatro días la enfermera Judith Salvat, residente en La Oliva, en un momento “de impotencia e indignación” por el deterioro que está experimentando la sanidad pública en la Isla. Hay pacientes ingresados en el Hospital General de Fuerteventura esperando por pruebas o intervenciones de carácter preferente que deben realizarse en el Hospital Insular, el centro de referencia, “que NO tiene camas para recibirlos”. Estamos hablando, recalca, de esperanza de vida ante un diagnóstico poco favorable y de llegar a tiempo a un tratamiento para intentar solucionar, frenar o paliar la enfermedad.
Pérdida de peso de Florencio en dos imágenes
Pérdida de peso de Florencio en dos imágenes

La enfermera Judith Salvat asevera que el sistema público de salud se está deteriorando “de manera exponencial” en los últimos años. Son muchos los casos y situaciones de los que puede dar cuenta, confiesa, aunque “la gota que ha colmado el vaso” y que le han llevado a movilizarse es la situación que viven Florencio González y su familia desde el pasado 7 de febrero.

Florencio, de 73 años de edad, acudió ese día a su médico de cabecera tras constatar la pérdida de 15 kilos de peso y la presencia de una tonalidad amarillenta en su piel. El facultativo indicó de forma inmediata una analítica que permitió constatar la existencia de “valores hepáticos alarmantes”. Un resultado que llegó esa misma tarde gracias a que buena parte de los allegados de Florencio, incluida su mujer, Dorita, están relacionados con la Sanidad.

A partir de ahí, se le realizó una analítica más completa y también una resonancia magnética que ayudó a desvelar “que había algo en el páncreas”. Los facultativos de Fuerteventura lo derivaron al Hospital Insular, el centro de referencia, para poder realizar la prueba determinante, más exhaustiva.

Era mediados de febrero, “y nos dijeron que no había camas y que había que esperar”. Para darle preferencia fue preciso ingresarlo en el Hospital General de Fuerteventura donde permaneció unos quince días, sin tratamiento, solo a la espera de una cama libre en el lugar de referencia. Como él, cuatro pacientes más, asegura Judith Salvat.

Cumplido el plazo, lo trasladaron, por fin, al Hospital Insular. Allí el especialista confirmó la presencia de un tumor en la cabeza del páncreas e indicó la necesidad de realizarle una intervención que podría prolongarse durante unas ocho horas.

Le colocaron un STEN que le facilitaría el drenaje del exceso de bilirrubina que genera el órgano y le anunciaron “que había una lista de espera de unos dos meses para la operación”.

Florencio y Dori volvieron a casa. Desde entonces, Florencio va perdiendo más kilos. Ya son 25 desde que comenzó a constatar el empeoramiento de su salud. El STEN no ha funcionado y  apenas se alimenta. “Ya no come nada y, lo más triste, es que está decayendo su ánimo”, lamenta Salvat.

Hace una semana comenzó a tener fiebre y el pasado sábado acudió al hospital donde volvieron a realizarle una analítica, además de  un tac, y le dispensaron antibiótico.

El lunes volvió al centro hospitalario y, por la tarde, debido a un notorio empeoramiento en su estado de salud “conseguimos mover una evacuación y trasladarlo hasta el Hospital Insular”.

Pasó la noche en Urgencias porque no había camas y el martes lo subieron a planta. Ese mismo día, su mujer Dorita se trasladó hasta Gran Canaria “y no la dejaron entrar porque el horario de visitas es de 12:00h a 13:30h”, criticó con tristeza ante la falta de empatía.

A la espera de la operación, al paciente le volverán a poner otro STEN, similar al que no dio resultado. Se encuentra ingresado desde el jueves “confiando en que tengan hueco para ver si pueden ponerle el dispositivo”. Será, finalmente, el lunes, según les anunciaron el viernes.

La situación es angustiosa para la familia que pide “que lo operen ya”.

Mientras tanto, Florencio está perdiendo fuerza, ánimo…y, también, la esperanza.

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