Rodrigo Marín, el árbitro más joven de la provincia: “Yo soy la autoridad en el campo”
A sus 13 años, Rodrigo Marín no solo es el árbitro más joven de la provincia de Las Palmas, sino también un ejemplo de madurez, responsabilidad y pasión por el deporte. En una entrevista emitida en La Voz de Fuerteventura, en Radio Insular, el joven majorero habló sobre su papel como árbitro en los partidos de fútbol base, donde con su silbato, pone orden.
Rodrigo no llegó al arbitraje por casualidad. La llamada de Emilio Manrique, un amigo de su padre y también árbitro, le abrió la puerta a una vocación que hoy le apasiona. “Me dijo que tenía potencial para ser árbitro, me preguntó si quería ser árbitro, y le dije que sí, encantado”, explicó durante la entrevista.
Actualmente arbitra partidos de la categoría benjamín, donde los jugadores tienen entre ocho y nueve años. Podría también abarcar partidos de mayores categorías pero prefiere seguir el consejo que le han dado sus padres, Rosana y Jorge, quienes le acompañan en la entrevista.
El joven es muy consciente de la figura que desempeña en el campo donde el árbitro es clave para garantizar el juego limpio y el orden. “Yo soy la autoridad en el campo”, afirmó con convicción, dejando claro que, pese a su corta edad, se hace respetar.
“Me hacen caso porque, a ver, yo soy la autoridad en el campo, pero hay algunas veces que los niños no me hacen caso y tengo que pitar cinco veces seguidas”, explica con determinación.
Aun así, Rodrigo apuesta por la pedagogía antes que por la sanción. “Yo me dirijo a los jugadores con respeto y con mucha autoridad también. Tengo la tarjeta ahí por si acaso, pero la uso dependiendo de la situación”, matizó.
Formación, esfuerzo y sueños en grande
Rodrigo no improvisa. Desde que aceptó el reto de convertirse en árbitro, se ha volcado en su formación teórica y física.
“Él hizo su esfuerzo y todos los lunes iba a clase”, explicó su padre, Jorge Marín, refiriéndose a la formación en la delegación de árbitros de Fuerteventura, a la que asiste cada semana. Allí aprenden reglas, protocolos de actuación y analizan partidos.
Además, se prepara físicamente corriendo y haciendo ejercicio en casa, con la vista puesta en su objetivo. “Mi sueño es llegar a lo más alto… arbitrar un clásico, Madrid-Barça, en el Bernabéu”, confiesa.
Mientras tanto, compagina el arbitraje con sus estudios en el colegio Sagrado Corazón. “Voy a clases particulares, ahí me quedo dos horas y pues lo estoy empezando a sacar todo”, contó. Su madurez ha sorprendido incluso a sus compañeros de clase. “Flipan conmigo. Me dicen, la mayoría de gente solo piensa en el dinero y me preguntan que cuánto gano. Y yo le digo 100 euros, porque no se lo voy a decir tampoco”, comentó entre risas.
Ese dinero, más allá de lo simbólico, tiene ya un destino claro. “Para el carnet de conducir”, desveló.
Violencia en el fútbol base y protección al menor
Uno de los temas que más preocupan en el fútbol base es la violencia verbal y física, tanto en el terreno de juego como en las gradas. Rodrigo reconoce conocer los riesgos. “Antes del partido siempre hablan mis compañeros conmigo y me dicen que en el anterior partido tuvieron una pelea, que se pelaron los jugadores a piñas y se tuvo que ir el árbitro al vestuario para no sufrir agresiones”, relató.
Para proteger a los árbitros menores, como Rodrigo, la Federación exige el uso de un brazalete identificativo.
“Ellos tienen que llevar un brazalete en el que indica que son menores de edad. Es obvio, en el caso de Rodrigo es obvio, pero lo tienen que llevar”, explicó su madre, Rosana.
“Si insultan a un niño menor de edad se está cometiendo un delito, claro. De agresión a un menor”.
Flipan conmigo. Me dicen, la mayoría de gente solo piensa en el dinero y me preguntan que cuánto gano. Y yo le digo 100 euros, porque no se lo voy a decir tampoco
Esta situación hace que Rosana prefiera no asistir a los partidos. “Porque soy muy pasional y el ambiente del fútbol... Él ha estado jugando al fútbol también hace un par de años y lo ves, sobre todo en los padres, que muchas veces somos los peores que nos comportamos”, lamentó.
Educación en valores desde el arbitraje
En medio de este contexto, Rodrigo representa un modelo distinto: el del árbitro que enseña, dialoga y se hace respetar sin imponer miedo. “Todos estamos aprendiendo, tanto los niños como los árbitros. Y los niños, si con siete u ocho años no han llegado todavía al Barcelona o al Madrid, pues que todavía tengan ese sueño y que sigan esforzándose al cien por cien”, reflexionó.
Su ejemplo comienza a ser referente. “Todo el mundo quiere ahora ser árbitro, ser el más joven, tener protagonismo también”, aseguró, aunque explica que lo que más le mueve es la responsabilidad. “A mí cuando me dijeron lo de árbitro no me dijeron nada ni que me iban a pagar ni nada. Ni lo pregunté y sin pensármelo dije que sí”.
Rodrigo Marín demuestra que, con disciplina, ilusión y valores claros, es posible marcar la diferencia en el deporte base.